viernes, 29 de marzo de 2013

HISTORIAS TABÚ. Cuento EL TOPITO BIROLO.


"HISTORIAS TABÚ"

Cuento

EL TOPITO BIROLO

"Del topito Birolo y todo lo que pudo haberle caído en la cabeza"


Autores: Werner Holzwarth y Wolf Erlbruch
Editorial: Centro Editor de América Latina
Recomendado para niños entre 3 y 6 años.
Año 1991














Este libro para pequeños lectores exitoso en Dinamarca, aborda precisamente el tema de las palabras tabú, pero, aparentemente, sin salirse de las normas: no menciona en ningún momento la palabra "caca". Sin embargo, una actitud burlona y desobediente se percibe en todo el libro.

Algunos dicen que TOPITO BIROLO es un libro que se puede leer, tocar, pero también se puede oler.

Las imágenes y las onomatopeyas se encargan de mostrar aquello que las palabras ocultan.

Los rostros y poses de los animales dibujados y las repeticiones en el texto invitan a reír a grandes y a chicos. 



"¡Cuánta puntería! ¿Quién se hizo en mi cabeza?" se pregunta el topito asombrado mientras se pasea de aquí para allá, buscando al culpable con un gigantesco adorno en su cabeza.






A modo de relato detectivesco Birolo irá entrevistando, acusador a los diferentes animales para averiguar la verdad, pero cada uno alegará inocencia mostrándole la diferencia entre sus propios desechos y ESO que el topito porta.


   
                                         Imagen por Wolf Erlbruch


Finalmente, se llegará a un desenlace también humorístico, que muchos lectores/detectives seguramente habrán descubierto antes que el personaje.

Un texto que desobedece, se ríe de los tabués y, por supuesto, logra la adhesión de los más chiquitos.










 ¿Cuál es entonces el secreto de este libro? 

En lo inmediato observable vemos, por ejemplo, que los chicos se tapan la boca, levantan las cejas, abren los ojos y miran al adulto en señal de perplejidad. Reacciones que revelan que no es esperable que los adultos -sobre todo si son docentes- den a leer esta clase de libros. Y esto se asocia a una segunda causa por la que los chicos se quedan con este libro: el adulto pasa a ser un aliado que se suma al proyecto de lo festivo. Este tipo de contacto establece una nueva modalidad, de las relaciones entre las personas, opuesta a las reacciones jerarquizadas de todos los días.





              
Para continuar, vemos en el libro que estas figuras recortadas sobre un fondo blanco no son un correlato del texto escrito, sino que están en función de ampliar significados. Pero no solamente porque muestren lo que no dicen las palabras. El hecho de que los animales (exceptuando al topo) estén representados con grandiosidad en sus dimensiones alude, sin duda, a la pequeñez del topo y al ángulo desde donde está mirando. Y si afinamos la vista, también vamos a poder detectar que el color con el que está pintado el topo es más fuerte, y que sus rasgos también son más fuertes. Hay algo en el orden de la significación que se pone en juego pero que no está expresamente dicho, sino que admite cierta polisemia. Del mismo modo, la expresividad corporal lograda por los contornos, la mímica y los gestos, revela la actitud de los personajes. Así, el topo pasará por todas las páginas con su cabeza abonada, ahora cruzando los brazos a modo de reproche, ahora como un observador miope, ahora tímidamente detrás de la para de la vaca.






                                                            



Todo con absoluta circunspección y clama. Mientras tanto, como dijimos, los animales que responden a una representación gigantesca frente al texto necesariamente deben ser completados desde la mirada del lector de imágenes que profundiza sus rasgos, en relación directa al aplomo del personaje protagonista. 








Entre las palabras y la imagen hay cierta omisión, ya que las palabras ocultan lo que la ilustración descubre: disímiles tamaños, formas, colores, y hasta texturas de deposiciones de la compañia animal, pueblan las páginas de un cuento que convoca desde lo que no se dice. Es decir, mientras las palabras nos describen "ESO, redondo, café y ... oloroso" (prescindiendo de la palabra prohibida), la imagen devela una contundente, colorida y redondeada deposición que hace a las delicias del público infantil. Todo a través de una gradación de rasgos repetitivos que produce el incremento de la intriga, en la medida en que el topito atraviesa un espacio tras otro en busca de una respuesta: "¿Fuiste tú quién se hizo en mi cabeza?" En realidad, como sabemos, la repetición es un rasgo de la literatura para niños. Pero, en este caso, no funciona prioritariamente como recurso infantil, sino como el punto desde donde se destapará lo prohibido. En otras palabras, en el procedimiento literario de omitir "caca" y, al mismo tiempo, volverla explícita en la imagen, hay una burla irónica hacia el tabú en el orden de la palabra; pues en el mundo está "la caca"; en el mundo más allá de las palabras. 

Imagen por Wolf Erlbruch




Algunos datos nos permiten inferir el carácter complejo de este texto: el tamaño del personaje, la dimensión gigante que le otorga a los demás personajes, la ingenuidad de su pregunta directa, la ausencia de especulación y la actitud arrebatada de pagar con la misma moneda, desobedeciendo el mandato de poner la otra mejilla. ¿Todo esto no nos recuerda a otros personajes? ¿Quién es el que no se subordina naturalmente cuando lo intimidan? ¿Quiénes son esos que, mucho más grandes que el topo, están amarrados como Juan Chuletas, el perro del carnicero? ¿Están atados la vaca, el chancho o el conejo? ¿Cuál es el animal que tiene menos libertad? ¿Y cómo usa su libertad cuando apenas la tiene?





No hay comentarios:

Publicar un comentario