viernes, 29 de marzo de 2013

HISTORIAS TABÚ.




"HISTORIAS TABÚ"



 




Gianni Rodari "llama "tabú" a cierto tipo de historias  que considera útil contar a los niños, pero ante las cuales muchos fruncirán la nariz. Estas historias son un intento de discurrir con el niño sobre temas que le interesan íntimamente, pero que la educación tradicional relega, en general, al rincón de las cosas que "no está bien hablar": sus funciones corporales, su curiosidad sexual...

Cree que no sólo en las familias, sino también en las escuelas se debería poder hablar de estas cosas con plena libertad y no sólo en términos científicos... Conoce igualmente los problemas de los docentes, ya sean de jardín de infantes como primaria o media, que quieren ayudar a niños y a muchachos a expresar totalmente sus contenidos, a liberarse de todos los miedos, a desterrar cualquier eventual sentido de culpa. Aquella parte de la opinión pública que respeta los "tabúes", rápidamente los acusa de obscenidad, hace intervenir a las autoridades escolares, agita el código penal".

Gianni Rodari también expresa que  "las fábulas populares, en este aspecto, están olímpicamente libres de cualquier hipocresía. Con su libertad narrativa, no dudan en usar eso que se llama "jerga excrementicia", en suscitar la risa llamada "indecente", en dar información clara de relaciones sexuales, etc. ¿Podemos hacer nuestra aquella risa, no indecente, sino liberadora?" El autor mencionado cree honestamente que sí.

Agrega: "Sabemos lo importante que es para el crecimiento del niño la conquista del control de las funciones corporales. El psicoanálisis verdaderamente nos ha prestado un gran servicio al enseñarnos que a esta conquista está asociado un intenso y delicado proceso emotivo. Además, forma parte igualmente de la experiencia de cada familia el largo período en que el niño tiene relaciones completamente especiales con el "orinal", relaciones en la que implica, envolviendo en ellos, y en los rituales en que toman forma, a los familiares mismos. Son las amenazas "si no lo hace", promesas si se decide a "hacerlo", premios y triunfos si "lo ha hecho" y lo enseña orgullosamente como prueba de su bravura. Y atentas inspecciones, discursos entre adultos sobre el significado de ciertos indicios, consultas con el médico, telefonazos a la tía que lo sabe todo. No es de extrañar, por tanto, que en la vida del niño, durante años. "el orinal" y todo lo que le concierne adquiera un relieve casi dramático, asociándosele impresiones contradictorias e incluso misteriosas, ya que de esta cosa tan importante, no se puede hablar libremente, ni mucho menos burlarse.

Los adultos para decir que una cosa no es buena, no se toca, no se mira, dicen que es "caca". Nace así en torno a la "caca" un mundo de cosas sospechosas, prohibidas, quizás culpables. Aparecen tensiones, preocupaciones, pesadillas. El adulto, por lo menos las lleva dentro, sin saberlo, como objetos misteriosos escondidos en un cuerpo prohibido. Pero el adulto puede buscar y encontrar una compensación en la comicidad de lo sucio, de lo obsceno, de lo prohibido, comicidad que está presente en las fábulas, y aún más en el repertorio de chistes que no se cuentan en presencia de los niños y que los viajantes de comercio difunden de pueblo en pueblo, igual que los antiguos mercaderes difundían los relatos de maravillosos y lejanos acontecimientos o las leyendas de los santos. Esta risa está prohibida al niño. Y en cambio es precisamente él quien la necesita más que el adulto...

Nada como la risa puede ayudarle a desdramatizar, a equilibrar sus relaciones con el tema, a escapar de la cárcel de las impresiones inquietantes, de las teorizaciones neuróticas. Hay un período durante el que es casi indispensable inventar, para él y con él, historias de "caca", de "orinales", y similares. Gianni Rodari lo ha hecho y conoce muchos otros padres que lo han hecho y no se han arrepentido".

Dice el autor que las veces que ha ido a alguna escuela a contar pequeñas historias, le piden su "Historia del Rey Midas, el liberado de convertir en oro todo lo que toca, por un contratiempo se ve obligado a transformar lo que toca en "caca", y lo primero que toca es precisamente su coche..."

Este relato "no tiene nada especial pero frecuentemente, mientras lo cuenta, por la clase serpentea una especie de atención maliciosa. los niños quieren escucharlo pronunciar la palabra "caca" con todas las letras y, por el modo en que ríen en aquel momento, se comprende perfectamente que los pobres no han podido desahogarse nunca pronunciándola personalmente, hasta darse el gusto".

En los jardines de infantes, cuando son realmente libres de inventar historias y de hablar  de las cosas que para ellos cuentan, atraviesan un período durante el que hacen un uso intenso, agresivo, casi obsesivo, de las llamadas "palabrotas"...

"El niño a quien el ambiente ha puesto en condiciones de expresarse sin censuras, se ha apresurado a usar esta libertad para que sus fines, esto es, para exorcizar cualquier sentimiento de culpa ligado al aprendizaje de las funciones corporales. Se trata de "palabras prohibidas", que "no están bien ", que "no se deben decir", según el modelo cultural familiar: pronunciarlas significa, por lo tanto, el rechazo de aquel modelo represivo, volcar en la risa el sentimiento de culpa.

A través de este escape pasa más de una operación de autoliberación del miedo, de todos los miedos. El niño personifica a sus enemigos, a todo lo que significa culpa y amenaza, y los lanza a unos contra otros, divirtiéndose en humillarlos"...

Texto extraído del libro GRAMÁTICA DE LA FANTASÍA. Introducción al arte de inventar historias de GIANNI RODARI. Colección Nuevos Caminos. Eliciones Colihue/Biblioser. Buenos Aires, 2011.









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